Feria de la Cereza de Caudiel

Historia de la cereza

Si se juzga el fruto a través de los numerosos rastros que se remontan a la época Neolítica y Edad del Bronce, se llegara a la conclusión, de que la cereza estaba muy extendida desde los tiempos más antiguos. Precisamente por ello, y porque las raíces de su existencia se remontan y ocultan a tiempos oscuros y muy lejanos de la historia humana, resulta mucho menos fácil localizarla que a cualquier otra fruta. 

Remontándose al curso de los años, parece cierto que el mundo romano, que conoció únicamente las especies salvajes durante un largo período, comenzó a cultivar la cereza después de la guerra contra Mitrídates rey del Ponto; después de tener batido (64 años antes de J.C.) al célebre monarca de Asia Menor, los romanos ocuparon, entre otras, la ciudad de Cerasonte (hoy Kiresun) sobre el Mar Negro y a partir de este momento la búsqueda etimológica marca su ventaja con un suceso muy discutible, que los botanistas tienen todavía en entredicho; debió ser de esta ciudad de dónde los conquistadores trajeron a Italia los frutos, que los griegos llamaban «kerasos», (término procedente del giro «kirash» donde la derivación iraní queda muy clara) . En estas circunstancias, resulta difícil saber si ha sido el fruto quien ha dado el nombre a la ciudad de Mitrídates, ó es la ciudad quien ha dado el suyo al fruto. De uno ú otro modo, el giro se manifiesta suficientemente claro, de «Kérasos» a «Cerasus» o «Cereza». 

También Plinio se ocupa ampliamente del fruto y aporta nombres de variedades diferentes, tal como las bigarrosas, las negras y las rojas. La epopeya de la cereza continúa a través de los siglos, tal vez en razón a la facilidad que la planta ofrece para agarrar en las regiones más diversas y la rapidez de su siembra, tanto por medio de los animales —los pájaros sobre todo—, como por el hombre.